Yanina Latorre «Volví a dormir con Diego, pero aún no acepto sus disculpas»

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4 de julio de 2017

Tras 23 años de matrimonio y a 20 días de haber descubierto la infidelidad del ex futbolista, la participante de ShowMatch (eltrece), panelista de LAM (eltrece) y co-conductora de Polino auténtico (radio Mitre) cuenta cómo sobrevivió a la “condena mediática que aprendió del amor, el dolor y sus hijos; y el hoy de una pareja que “nunca perdió la armonía»

Por Sebastián Soldano. Fotos: Fabián Uset, Jorge Luengo y archivo Atlántida-Televisa.

Intima.
Taza de agua caliente mediante -su ritual “purificador»- se dispone a la charla en el patio del hotel boutique Jardín Escondido by Coppola, de Palermo.

Creció convencida: “La fidelidad sexual es una utopía estúpida» Y aun sabiendo que esa circunstancia “ineludible” algún día llegaría, Yanina Latorre (48) hiperventiló. “La noche del domingo 11 de junio, mientras hervía los fideos, recibí la noticia: ¡ya era oficialmente cornuda! Tuve una sensación corporal espantosa. Miré a Diego (Latorre, 47). Le mostré la pantalla de mi teléfono. Discutimos durante diez minutos, lejos de los chicos (Lola, de 16, y Diego, de 13). Me confesó todo. Serví la comida. Lavé los platos. Me fui a casa de Ángel (De Brito, quien le informó) y no volví hasta las cuatro de la mañana ”, relata. “Horas después, sin pretender compasión -porque jamás la tuve-, me levanté y seguí la vida». Asegura que «este es un lío que no me corresponde”. Y es por eso que -«sin dar explicaciones ajenas ni mencionar a terceros”- acepta esta charla con eje en ella misma.

QUE APRENDIO DEL AMOR.“Que no estoy con Diego por la cama, sino porque es mi mejor amigo, mi hermano, compañero y un gran padre. Confirmé que nuestro proyecto de vida es más fuerte que cualquier polvo; que con él tenía mucho más de lo que creía, y que tal vez por la vorágine del trabajo, el ir y venir, y el vestidito, no estaba viendo”.

-¿Finalmente se preguntaron “¿en qué nos equivocamos?” (sugerencia de Moria Casán)?
-No soy tan tonta como para creer que me cornearon porque yo me equivoqué. Lo que hizo se lo hizo a él mismo y sabe que lo pagará toda su vida. Fue algo irracional. Veníamos genial, con buena cama, salidas de noche… ¡la típica familia divina! Pero hace tres meses apareció una mina (Natacha Jaitt, 41) que le dijo cuatro cosas, tal vez se jactó de tener códigos, y él se creyó el rey de América; la vio dos veces y se olvidó. ¡Hasta lo hacía con pánico! “Puedo de 7:30 a 9”, le decía. Ni siquiera me da pirata. Es así… El hombre tiene un grave problema de madurez y se casa ya convencido de que ése no será el único agujerito de su vida. Se sienten poderosos pidiéndole a cualquier gato cosas a las que no se atreven con sus mujeres, a quienes tienen sobre un pedestal. Siempre asumí esa naturaleza.

-Entonces estabas preparada para la infidelidad.
-Uno vive «calentando” a otros. En las camas de las parejas siempre hay alguien más. Jamás creí en la fidelidad carnal, pero sí en el amor. Sé separar. Yo nunca hago el amor: yo tengo sexo. Si en ese instante hormonal me decís un “te amo”, se me recontra seca. Todos somos o seremos cornudos. Nadie está a salvo.

Polémica cautelar
ShowMatch, viernes 23 de junio. Tras ser entrevistada luego de bailar cumbia, Yanina lloró en brazos de Tinelli «Diego se conmovió y me dijo: ‘Te admiro. Ponés el pecho sin meterte en el barro. No vas a seguir sola en esto. Quiero acompañarte’. Así fue como vino al piso, y no a pedirme disculpas, sino a traer a nuestros hijos. Lola (16) y Dieguito (13) son muy fans míos.
Me preguntaron: ‘Queremos ir a verte. ¿Qué hicimos de malo? ¿Por qué tenemos que escondernos?’”. Entonces se apuntó a la cautelar presentada por Fernando Burlando, abogado de la pareja. “Se redactó para evitar la difusión de chats, audios y videos que puedan dañar a los chicos. No prohíbe que se los muestre, nombre o se hable del tema», aclara Yanina.

-Hablas de desprolijidad, de dos tipos de infidelidad… ¿Ya se han perdonado otras veces?
-En 23 años jamás vivimos algo así. Siempre fui fiel, no por buena, sino por naturaleza. Me gustan mil tipos, pero… qué sé yo. Llegado el momento, no me interesan.

-¿Qué te dolió más? ¿El cuerno o sus consecuencias públicas?
-No logro separarlos. Me sacó su descuido, la torpeza de hacerlo con alguien que yo conozco. Diego fue más boludo que hijo de puta, y eso es lo más doloroso. Ver, leer y escuchar es peor que el acto sexual. No me merecía esto: a mí se me puede contar todo.

-¿Es posible volver a creer?
-Supongo que sí. Todavía no terminé de resolver qué me pasa. Pero sé que no voy a montarme en el rol de policía: «¡No me mientas!” o “¡Demostrame tal cosa!”. Ese vínculo patológico no tiene salida. Yo vivo relajada como siempre. Quien se lo pasará persiguiéndome con el culo a cuatro manos es él. ¡Por el susto que se pegó, es capaz de hacerse célibe!

QUE APRENDIO DEL DOLOR. “Que tengo mucho aguante. Tanto que hoy soy la única persona que banca a Diego. El está triste y muy solo, alejado de sus viejos y sin amigos. Si hubiese tenido alguno le habría advertido: ‘Acostare con otra; ésa no te conviene’. Después de todo, no robó ni mató. ¡Al padre de mis hijos jamás lo veré acabado!».

-¿Sus padres no lo acompañan?
-A él no le interesa el contacto. Vivió la típica historia del jugador: les hacen creer que son muy boludos para manejar su fortuna y que su mujer es una come-billetera. Cuando me casé, le dijeron: “Esta va a hacerte un pibe y desaparecer”. Y mirá: acá tenés a la cornuda. Jamás les perdoné esa difamación. Todo se cortó cuando Diego y yo comenzamos a administrar su dinero. ¿Y sabés qué me ofendió más que cualquier insulto? Que a raíz de esto, mi suegra lo llamó para decirle: “Estoy viendo a Yanina charlar con De Brito. Me duele mucho; es una buena mujer”. ¿Tuvieron que verme pisoteada para darse cuenta de que a su hijo lo cuidé con mi vida?

«Hoy, soy la única persona que banca a Diego. El está triste, alejado de sus viejos y sin amigos. Después de todo, no robó ni mató. ¡Al padre de mis hijos jamás lo veré acabado!»

-¿A qué te referís?
-Diego no da un paso sin mí. Cada mañana le doy las medias, le pido turno con los médicos y hasta le corto las uñas de los pies. Siempre fue así. Le lloré cada gol.Firmé cada contrato. Hice sus mudanzas. Perdí un dedo por un cáncer de huesos que me atacó en México, sin pedirle que abandonase la concentración, y un embarazo de tres meses, desangrándome con mamá en mi cuarto y en silencio antes de un River-Boca. La gente puede no entenderlo, pero así es: a un futbolista no se lo molesta. Siempre fui cero egoísta y le conté los problemas después de resueltos: el error de las mujeres fuertes.

Felices los cuatro
Abril de 2016.
GENTE en el cumpleaños de 15 de Lola Latorre.
Hoy, Yanina relata «Después de charlar, mi hija me dijo llorando: ‘Por favor, no eches a papá; nosotros somos una familia’. Y entonces le juré que no lo haría».

-¿Es tu autocrítica?
-Sí. Soy demasiado avasallante. Doy la impresión de todopoderosa, que no escucha, decide y no se deja cuidar. Su reproche histórico es: “Vos no me necesitás” A los tipos les gusta sentir que sos una pelotuda y dependés de ellos. Pero siempre fui guerrera, una leona que cuida a su cría. Y Diego es parte de mi cría: yo lo adopté. Tal vez por eso hoy lo veo como a un nene que se raleó y lo pescaron.

“Tenía la edad de mi hija cuando papa se fue de casa con otra … ¡El peor dolor de mi vida! Yo no voy a dejar que mis hijos odien a su padre por su boludez”

-¿Cómo sobrevivís sin terapia?
-No creo en eso. Tengo una mamá tan fuerte como yo… ¡pero más mala! (se ríe). Charlamos mucho; me escucha y aconseja. Sólo hago reflexología. Nunca, ni siquiera en estos días, tomé una pastilla para dormir. No creo en el diván. Intenté durante un par de meses, a los 16, cuando mis viejos se separaron. Nunca tuve muchas ganas de revolver quilombos de toda una vida. Soy más práctica: me levanto, me maquillo y salgo a la vida como si nada. Pero a Diego sí lo mandé: a raíz de todo lo que pasó empezó terapia.

Diego jamás dio un paso sin mí. Cada mañana le doy las medias, le pido turno con los médicos y hasta le corto las uñas de los pies

QUE APRENDIO DE SUS HIJOS. “Que los eduqué muy bien. Son chicos enteros, más adultos de lo que imaginé. Se enteraron un día después y les pedí que se quedasen tranquilos, que mamá podría con todo. Les dije: Trabajo en un medio de mierda, metida en el barro. Estas cosas pueden pasar de un lado u otro. Seguramente hay alguien que quiere vengarse de mí. Hay mucha saña. Su papá y yo no somos perfectos, pero los errores de pareja se dirimen en pareja: ustedes no hicieron nada’».

“Diego me propone hacer un viaje juntos, y no quiero. No soy de las que toman rehenes: los relojes y las joyas me los compro yo. Sólo quiero sensatez y honestidad”

-¿Una lección del pasado?
-Eso aprendí en aquellas sesiones de terapia de las que te contaba, justamente a la edad de Lola. Un día estaba histérica y el terapeuta me dijo: “Pará, ¿tu papá le puso los cuernos a tu mamá o a vos?”. Lo mío era más heavy. Papá se fue por una historia paralela, por su secretaria, una mujer a la que realmente quiso, aunque de todos modos la eché de su velatorio (se ríe). Fue el dolor más duro para mí… No voy a dejar que mis hijos odien a su padre por su boludez. Me acuerdo que Lola se enojó mucho y la frené: “Aquí la única que reprocha soy yo”. Tuvimos una escena de angustia muy fuerte entre los cuatro. Diego se quebró y yo le dije: “No voy a exponerte a esto”.

Estoica
Yanina -que además es contadora pública, licenciada en Administración, traductora de francés y profesora de inglés- tuvo posibilidad de tomarse una semana de licencia mediática. No aceptó. «Este no me corresponde. No nací para quedarme llorando en una cama».

-¿Cuál fue el comentario que te conmovió?
-(Se quiebra) Después de charlar con Lola, me miró llorando y me dijo: «Por favor, no eches a papá; porque nosotros somos una familia”. Y entonces le juré que no lo haría.

-¿De algún modo eso repara tu propia historia?
-Claro. Por eso. a mis hijos no quiero meterles demasiada información en la cabeza. Cuando mis viejos -una mina de 40 que trataba de retener a un tipo que ya no la amaba- se peleaban de noche, yo me metía en medio y escuchaba las peores intimidades I que puede oír una nena de nueve años. Todas las noches me iba a dormir rogando: “Que esta madrugada no se levanten”. Por eso en casa no grité, no hice escándalo y traté de mantener una calma prolija. Y si finalmente decidimos separarnos, será todo muy ordenado.

-Tengo entendido que te costó algunos días poder hablar con tu mamá. Me llama la atención, por el vínculo tan simbiótico que las une.
-Ella la pasó tan mal que aprendió a ser feliz a través de mí. Hoy mi dolor es el suyo (se quiebra)… No sabía qué decirle, no soportaba verla llorar. Ella quiere y cuida a Diego como a un hijo. Y él la respeta más que a nadie: con decirte que el Día del Amigo comen juntos… Supongo que se siente enojada, pero en este momento está en casa: va, cocina, administra un poco, porque dice que sabe comprar más barato que yo. Y sé que al estallar el tema, Diego dijo: “Y ahora, ¿cómo voy a mirar a Dora a los ojos?”.

VEINTE DIAS DESPUES. “Los medios no perdonan mi decisión de continuar con una familia armónica. Necesitan el relato lineal: que llore hasta derrumbarme, que tire la ropa de Diego por la ventana, divida los bienes y que la Rosenfeld se siente en un panel a sacar cálculos de cuánto cuesta el colegio de mis hijos”, sostiene. «Diego y yo volvimos a dormir juntos, aunque no me nace llamarlo o ser cariñosa. Sigue dando disculpas que, por ahora, no estoy aceptando. Pero lo banco: él está disponible al diálogo cuando yo lo necesito. Me propuso hacer un viaje juntos y no quise. Siento que ahora lo mejor es seguir hablando, preguntando y explicando. Sabe que no debe tomarme por boluda con intentos básicos de reconquista. No soy de las que toman rehenes: los relojes y las carteras me los compro yo. Sólo quiero sensatez y honestidad ”.

Producción: Audrey Liceaga.
Make up: Mariela Daguer.
Pelo: Gastón Juraga para Mala Peluquería.
Agradecemos a Markova y hotel boutique Jardín Escondido by Coppola.

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