Beatríz Salomon «Olmedo me dijo que se iba a matar»

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17 de Marzo de 1998

Con dolor, con bronca, con lágrimas y sin maquillaje, Beatriz Salomon habla de Nancy Herrera y confiesa :

«Olmedo dijo que se iba a matar»

«Lo de Nancy con Fontana le hizo mucho mal a Olmedo.»
«Nadie quería que Olmedo volviese con Nancy Herrera.»
«Si yo hubiese amado tanto a Olmedo y se me escapa de las manos, me hubiese tirado del balcón con él. No podría haber seguido viviendo.»
«Fernando, el hijo de Olmedo, está muerto en vida. No sé qué hará cuando reaccione, odia a Nancy.»
«¿Que fue todo esto? Una Atracción Fatal entre Nancy y Olmedo.»
«Cuando Olmedo viajaba a Buenos Aires para verla, sólo él y ella lo sabían. Entonces ¿quién les avisaba a los periodistas?»
«Estuvieron juntos desde las tres y media hasta las ocho. ¿Qué estaban festejando? La cama estaba intacta, ¿Festejaban un embarazo de seis días?»
«Olmedo tuvo la mala suerte de enamorarse de alguien que no supo cuidarlo.»

Beatriz Salomon a cara limpia
Llora Llora. Sin consuelo. Fue la compañera de El Manosanta (la última gran creación de Olmedo). Beatriz Salomon le dijo a GENTE: «No quise verlo muerto. El ya no estaba allí. Lo que había en el ataúd era sólo una cáscara»

Olmedo tenía les ojos llenos de lágrimas. Se le doblaban las rodillas. Lo de Nancy con Fontana le había hecho mucho mal. Lo hizo sufrir mucho, mucho. Estábamos por entrar a escena. Me miró y me dijo: «Beatriz, ¡no puedo más! ¡No puedo más!.. Voy a acabar con todo esto. Esto no es vida. ¡Me voy a matar!. Beatriz Salomón estalla y llora. Inconteniblemente. Tiembla y llora. Retuerce las manos. Aprieta los ojos. Y llora.. Produce una angustiante asfixia ver-la. Oírla. La noche anterior ha tomado un Valium. Se ha bañado cinco veces durante el día: «Para sentirme un rico perfume». Le han salido granos en la cara «¡Y pensar que yo tengo tan buena piel y me salen granos en la cara!» No ha comido. Hace cinco días que no ve a Natalio Churba, su novio. No tiene maquillaje. Llora. La ha visitado la muerte, también sin maquillaje… y llora.

¿Qué pensás por la noche cuando estás sola, en la cama?
Trato de encontrar una explicación a todo lo que pasó. ¡Yo lo quería tanto! ¡Yo sabía que le faltaba afecto! Estaba tan cerca mío y sin embargo, ¿qué le hice faltar? Como compañera de trabajo, desde luego. Pero, ¿qué le hice faltar?

¿Cuándo empezó a estar mal Alberto Olmedo?
Cuando se supo lo de Nancy con Cacho Fontana. Allí empezó su tristeza. Su bochorno. Para él fue muy fuerte. Si eso le hubiese pasado a un hombre cualquiera, a lo mejor se enteraba el barrio. ¡Pero cuando se entera todo un país!

Aquella noche, cuando supo lo de Nancy y Cacho, ¿te dijo que quería terminar con todo?
¡Voy a acabar con todo esto, esto no es vida, me dijo! Y lloraba. Me dio bronca, ¿me entendés? Lo agarré de un brazo y le dije: pero, ¿qué decís pedazo de p ? Y lo agarré muy fuerte. ¿No te das cuenta que sos el mejor? ¿No te das cuenta que podés elegir a la mujer que quieras? Podes decir «ésta sí, ésta no». Sos un tipo con fuerza. Todo circula alrededor tuyo. Entonces respiró fuerte y me dijo: «Tenés razón, turquita, voy a seguir adelante…» Lo apreté fuerte contra mí y salimos a escena. Hizo reír a mil y pico de personas. ¡Eso es muy fuerte!, ¿sabés? Eso no se lo banca cualquiera. Alberto era un hombre de verdad. Se la bancaba solo. No hablaba. Pero yo lo miraba a los ojos y sabía qué pensaba… Los lunes, él viajaba a Buenos Aires a encontrarse con esta mujer.

Beatriz Salomón y Olmedo. «El era un chico. Necesitaba que lo cuidasen».

¿Con Nancy Herrera?
Si… Te puedo asegurar que los martes a la noche, cuando yo lo veía ya sabía si había estado con ella o no. Antes de seguir, te quiero aclarar que muchas revistas me han adjudicado romances con él. También a Silvia Pérez, a Susana Romero. Yo no salí con Alberto. Para mí era como un chico. Pero le tenía tanto respeto que lo trataba de vos y de usted a la vez. Sentía esa mezcla por él. No hablo de todo esto porque haya tenido algo con él. Pero apenas lo veía ya sabía qué le pasaba. Como hombre sufrió mucho. Estaba herido, muy herido. Pretendía, supongo, remontar la relación que se le había roto. Tal vez, en el fondo, él la amaba. Era algo así: «¡Cómo te quiero! Pero, ¿cómo te perdono? Quiero volver a vivir con vos, pero, ¿qué hago con lo que va a decir la gente, el periodismo?» Difícil, ¿sabés? Muy difícil.

«NO SE. NO SE Si SE SUICIDO O SE CAYO DEL BALCON» (Beatriz Salmón)

Yo estuve en Mar del Plata con él a principios del ’87 y también me dijo que no podía seguir, que aquello no era vida. En ese momento, también me dijeron que Nancy le había «dado vuelta la cabeza». ¿Cómo fue esa relación? ¿Cómo empezó? ¿Qué sabés?
Ellos empezaron la crisis al principio de la temporada del año pasado. No estaban bien. Cuando Alberto supo lo de Nancy y Cacho, se cayó y se hizo pedazos en el suelo. Durante todo 1987, Silvia Pérez, Susana Romero y yo tratamos de ayudarlo, pero él la amaba y quería reemplazarla. Pero no encontraba la mujer, ¿me entendés? Yo se lo dije: ¡Alberto, hay tantas mujeres! Vos podés elegir.

¿Qué crees que le daba Nancy a Olmedo?
No sé… no sé…

¿Qué recibía de ella? ¿Por qué se sentía tan atraído por ella?
¿Atracción fatal, querés decir?

No sé. Te pregunto a vos.
Yo escuché todo lo que Nancy dijo en televisión y te digo que cuando uno ama de verdad a una persona lo primero que hace es cuidarla. Al lado de cada hombre tiene que haber una mujer con lo que hay que tener bien puesto. Si yo hubiera estado en ese balcón, él ni siquiera se hubiera podido acercar, no ya a la baranda, sino adonde empezaba el balcón. Porque llovía y hacía frío… y a mí me hubiese dado lástima que se mojara, ¿me entendés? No lo hubiese dejado ni que se mojara. No hubiese llegado a la baranda ni a acostarse en la baranda. Ahí él ya estaba muerto. Porque me imagino el viento que debe correr a esa altura. Antes, antes de eso había que pararlo.

¿Es una acusación?
Yo no acuso. Pero te voy a decir lo que yo hago con el hombre al que amo, cuando hace varios días que no me encuentro con él. Llego, le doy unos besos apasionados, tomamos una o dos copas de champagne y hacemos el amor. Después, nos dormimos abrazados. Alberto llegó a las…, ¿a qué hora llegó?

A las tres y media…
Ponele tres y media. ¡Hasta las 8 de la mañana! ¡La cama no estaba desarreglada! El estaba con las botitas puestas. Con el pantaloncito de la cena. ¿Estaban festejando algo? ¿Qué? ¿Un embarazo de seis días? Yo no soy de la familia, pero ¡lo quiero tanto a Alberto! Y me duele lo que pasó. (llora desesperadamente).

Alguna gente del entorno de Olmedo con la que hablamos dijo que sabía que llegaría a pasar una cosa como la que pasó. ¿Vos también te lo imaginabas?
El año pasado él estaba triste. Estaba. . . (llora), ¡pobrecito!. . . Lo llevamos, Natalio y yo, a Europa. El día de su cumpleaños fuimos a bailar a Mau Mau de Madrid. Queríamos ayudarlo. El tenía que encontrar una mujer para amar. Pero eso no se encuentra a la vuelta de la esquina. Natalio le presentó una amiga. Estaba triste, pobrecito. Yo te juro… no sé… todos decíamos: Tenemos que encontrarle una mujer a Alberto, por que él me habla dicho: «¡Ay, turquita yo me tengo que enamorar de nuevo!» Pero no apareció.

En cambio reapareció Nancy.
Se veían de vez en cuando. Por ejemplo, los lunes, cuando estábamos de descanso o ella lo llamaba por teléfono. El siempre salía con otras mujeres. No te voy a dar nombres. Nancy dijo que ahora se iba a ir de viaje con él. . . Sin embargo, te puedo asegurar que la habrá invitado de última, si es que la invitó. Por que había invitado a otra gente antes. A dos o tres personas antes que a ella. Es como que él quería hacer su vida con otra persona y sacarla ella ¡pero no! (llora).

¿Qué supones? ¿Que ella persistía y volvía o que él la buscaba?
Ella mandó flores cuando empezamos la obra en Mar del Plata en diciembre. Alberto me había dicho que no le daba bolilla. ¡Qué sé yo! Sé que Nancy llamaba. Dejaba mensajes, cosas. . . ¡Pobrecito! Era como un chico. Una noche, estábamos con Natalio en Paladium y Alberto estaba solo. Yo lo agarré y le dije: Vení, vamos a bailar. Él me dice: «No, que el turco me mata» Vení, le dije, bailemos, así la prensa habla de nosotros. No sé. . . (llora) Creo que él quiso perdonarla o reconstruir ese matrimonio que estaba hecho pedazos.

Nancy Herrera y Olmedo. «Todos decían: Dios no quiera que vuelva con ella».

¿Como trataba Nancy a Olmedo cuando los veías juntos?
Cuando yo empecé a trabajar con él, ellos no estaban tan, tan bien. Ella, me parece, era muy celosa de Alberto. Nunca tuve amistad con ella. La saludaba porque sabía que era la señora de Olmedo, o la mujer que estaba al lado suyo.. .

¿Estás de acuerdo entonces con algunos amigos de Olmedo que dijeron que Nancy le había dado vuelta la cabeza a Alberto?
Yo creo que sí. ¡No sé qué le vio, no sé qué le vio! Pero era. . . Yo pensé que se iba a arreglar con Tita (Rouss, la segunda esposa de Olmedo), porque salió a cenar una no-che con ella y con los hijos. Había muchas mujeres que podrían haberlo hecho feliz. Creo que tuvo mala suerte al enamorarse de alguien que no lo supo cuidar. . . (llora).

Vos creés que si Nancy lo hubiese cuidado no hubiera pasado esto, que no se hubiese muerto?
No, (Silencio). Yo creo que ella se equivocó el año pasado con todo eso que pasó con la prensa.

«SI ALBERTO ESTABA JUGANDO YO LE HUBIESE QUITADO LA COPA» (Beatriz Salomon)

Hablemos concretamente. ¿Te referís al tema Nancy Herrera-Cacho Fontana?
No sé, no sé si eso pasó o no. Pero que figurara en las revistas creo que fue como cortarlo a Alberto en pedacitos con un cuchillo.

¿Cómo lo viste el día que. . .?
¿El día trágico? ¿Cuando se mató el pobrecito? Ese día no estaba mal. Teníamos función. A la tarde yo había ido a ver Atracción Peculiar, la película que hicimos juntos. Entré al teatro y le dije que era bárbaro, que se había comido la película. El preguntó si la gente se reía, cómo reaccionaba. Le conté que se mataban de risa cuando aparecía él y lo aplaudían. El me dijo: «Yo iba a ir esta tarde, pero no pude. Mañana (por el día que murió) voy a ir». Estaba contento. Después se fue a comer con parte del elenco. Yo no sabía que estaba esta mujer en Mar del Plata. No sabía (llora). Si estaban al borde de la reconciliación, ¿por qué no la llevó a cenar?

Pero sabías que estaban reconciliándose…
El se escapaba los lunes a Buenos Aires, pero después le caía como una patada cuando salía publicado en las revistas. Le hacía mucho mal. Como esa nota en la que Nancy decía (AFLAUTA LA VOZ PARA IMITAR UN TONO ÑOÑO) «Mi marido tiene buen gusto solamente los lunes. Los demás días tiene mal gusto». ¿Cómo sabían los periodistas que él había estado con ella? ¿Quién los informaba? ¿Alberto Olmedo?

No sé.
¿Por qué no preguntan quién llamaba por teléfono a las redacciones? Pará el grabador. Quiero contarte algo pero que no lo publiques, porque yo no quiero hablar de
(BEATRIZ PARA LA GRABACION)

(REANUDA LA GRABACION DOS MINUTOS DESPUES)
¡Cuatro botellas de champán habían tomado! Nadie puede, después de beber todo eso, agarrar ni a un gatito que se esté por caer de un balcón. ¡Tengo tanta impotencia, tanta bronca! ¡El Negro no se merecía una cosa así! Porque, además, fue una temporada trágica, llena de malos presentimientos.

¿Cómo es eso?
No sé. Había algo en e! ambiente. Cosas. Desde que llegué a Mar del Plata me sentí mal. No podía dormir bien. Estaba toda transpirada. Tenía miedo de todo. Primero fue el accidente en Viboratá, donde se mató Marcela Martínez, esa chica que trabajaba con Porcel. Después lo de esta chica Muñiz, todo estaba en el aire, en la casa del Facha Martel. Cuando Olguita, mi secretaria, me llamó por teléfono y me dijo que Olmedo se había muerto, le dije: Pero, ¿qué decís? ¿Estás loca? Y corté. Había algo en el ambiente. Uno piensa en el martes 13, en el año bisiesto. Yo tuve una pesadilla asquerosa antes de que pasara todo esto.

¿Cómo era? ¿Querés contarla?
Yo abría una valija. Estaba llena de barro podrido y había tres ratas enormes, muertas. Todo tenía un terrible olor a podrido. Yo nunca había soñado cosas así. Me quedé impresionada. Para colmo, Susana Romero me había dicho dos noches antes de que sucediera todo esto: «Betty, estoy preocupada. No tengo problemas pero estoy preocupada. Tuve un sueño horrible. Yo estaba en la parte de arriba de un chalet como estos que hemos alquilado y en la parte alta de la escalera se asomaba un bebé hermoso que me sonreía. De pronto, cambió la cara de lugar y no sé cómo se transformó en el diablo. ¡En el diablo!» Pero, ¿qué me estás hablando, Susana? ¡Basta, no nos demos más manija con esto! Ya falta casi nada para que volvamos. Una semana. Susana me dice: «Me quiero ir ya». Yo le dije: Yo también. No quiero más fotos, no quiero ganar plata. No quiero nada. Quiero que nos vayamos. Justo entonces vino Olmedo y nos dijo que firmaría con el teatro Astral en Buenos Aires y que terminábamos la temporada el día 13. Dijo que tendríamos hasta finales de marzo, 15 días, para irnos a Europa. Él iba a venir con nosotros.

A mí me dijo Pipo Mancera que un par de días antes de morir, Olmedo lo llamó y le dijo que iba a ir a Punta de Este a jugar tenis con él.
Puede ser. Alberto tenía todas las cosas juntas en la cabeza. Tornaba las decisiones en el momento. Pero no sé si la estaba invitando a esta chica. Nancy. Habrá sido de última..

¿Qué pensaste cuando te dijeron que Nancy estaba otra vez con él?
Todo el mundo decía «¡Dios quiera que no vuelva con ella!»

¿Por qué muchos amigos dijeron «esto va a terminar mal»?
Porque era una relación, ¿viste?, traída de los pelos. En una revista aparecieron ellos subiendo a un auto Nancy llamó para avisar en qué restaurante iban a estar. ¿Qué había detrás de esto? ¿Promoción? ¿De esa manera se reencuentra uno con su marido? El, era evidente, se ponía mal cuando había estado con ella. Estaba, al otro día, con los ojos colorados y llenos de lágrimas: mal. O sea que a él no lo hacía feliz el reencuentro con ella. Era algo así como «Te quiero pero me hacés daño». Cuando fuimos a Europa, él decía: «Tengo que llevarme a alguien. ¿Cómo voy a ir solo?» Pero él, siempre solo, siempre solo.

Vos me contaste que salió con mujeres. ¿No lograba estar bien?
El disfrutaba el momento. Pero no sé qué tipo de mujer buscaba. Quizá no podía tapar con otra lo que sentía por Nancy.

Me decías que no era probable que la hubiese invitado a Nancy, como ella dijo, a un viaje por Europa. ¿Vos creés que ella puede haber mentido, en el relato de los hechos?
No, no. Yo no digo que mienta. No. Digo, ¿de qué hablaron desde las tres y media hasta las 8? ¿Hablaron?

¿Qué supones que hicieron?
No sé. Bebieron, eso sí.

¿Ella bebía con él habitualmente?
Sí, ella también bebía mucho. Un hombre que ha tomado tanto, y que termina matándose, vos, ¿creés que estaba festejando algo? ¿Creés que él se subió a esa baranda festejando que ella estaba embarazada?

¿Vos creés que se tiró?
(SILENCIO) No lo sé. Quiero creer que no, porque es un hombre con mucha vida. No sé, no sé, no sé, ¿viste? No quiero. Alberto estaba muy triste y una cosa trajo la otra. El, pudiendo ser feliz, no lo era. Y a veces uno se muere de tristeza. Porque podés tenerlo todo, pero sin afecto… Nuestra obra se llamaba «Eramos tan pobres»… Si. Eramos tan pobres, ¡pero en afecto!

Beatriz, ¿hablaste alguna vez seriamente con él?
No. . . (llora). Y me siento mal por eso. ¿Sabés cuántas veces lo pensé? Un día lo voy a invitar a Alberto, yo lo voy a invitar, y vamos a salir a cenar los dos y quiero que me cuente qué le pasa. . .

¿Por qué no lo hiciste?
Tenía miedo de que la prensa nos escrachara juntos.

Dos rostros de la misma mujer. Beatriz Salomón antes y después de la muerte de Olmedo. Ayer, su look. Hoy, mucho dolor y nada de maquillaje.

¿Qué necesitabas decirle?
¿Qué te falta, Negro? ¿En qué te puedo ayudar? ¿Qué te pasa? O ponerle en claro algunas cosas. Como ese día que me dijo: «Negra, me voy a matar. No doy más» y se le doblaban las rodillas y lloraba. Tal vez si hubiese tenido una charla extensa, un poquito extensa con él, podía haberle dado un poco de confianza… Yo le tenía miedo a una foto con él a solas en un restaurante o en su auto. Algo que se pudiera tergiversar. Bueno, pero ya es tarde para todo, ;pobrecito! Todo lo que se pueda decir está de más. (LLORA DESCONSOLADAMENTE).

¿Pensás que una persona más madura que Nancy hubiera podido manejar toda esta situación?
Seguro. seguro. Una mujer con todas las letras lo hubiese hecho feliz.

¿Creés que ella es interesada?
Si está haciendo todo esto, creo que si. ¡Y mucho! A mí me dijeron que a los 10 minutos de que Alberto se había tirado por el balcón, o se cayo, hizo subir a un periodista. ,A los 10 minutos! ¡Yo, que no soy !a mujer, recién ahora puedo hablar! No sé, ¡él no se merecía esto! Tendría que haber vivido cien años. Dios tendría que haberle puesto en el camino a la mujer que buscaba. O tenía que haber vuelto con Tita.

«ELLA SALIO EN REVISTAS ABRAZADA CON OTROS NOMBRES» (Beatriz Salomón)

¿Por qué creés que se está hablando de droga, del Facha Martel, de Olmedo y la droga?
No sé. Yo no tomo ni Coca Cola (RIE). Soy más buena que la avena Quaker. Salvo a Susana Romero, conozco a todo el elenco desde hace poco y muy por encima. Yo siempre estoy con mi familia. No tengo una relación con ellos. Nunca fui a la casa del Facha. No sé cómo se movían. Cuando estaba con ellos era en una mesa de 30 personas. Terminábamos de cenar, y me iba.

¿Odiás a los periodistas?
No. ¿Por qué?

No te dejaron hablar con Olmedo.
¡Nooo! A mí también me faltó decisión para hacerlo. Tal vez si hubiera llamado a Natalio y le hubiese dicho: Mirá, esta noche voy a salir con Alberto porque quiero hablar con él, Natalio lo hubiese entendido.

¡Me imagino!
Natalio lo quería mucho. Seguro que sí. Yo lo quería mucho a Alberto. ¡No sé si él lo sabía!

¿Te quedaste con las ganas de decírselo?
¡Nunca se lo dije! Pero un par de veces que estuvo muy mal yo lo agarré de las manos y le dije te doy mi energía, tomala. El día que me dijo que quería acabar con todo lo apreté contra mí y le dije: Ya está, ya pasó. ¿Ya pasó? Y él me dijo: «Sí», igual que un chico. Aunque no salí con él, lo quería mucho. Trataba de protegerlo, pero, lógico, era difícil manejarlo. Porque yo tenía mi pareja y no podía acercarme todo lo que se puede acercar una mujer a un hombre para protegerlo. Esto tenía que hacerlo Nancy Herrera.

¿Por qué creés que todo el mundo sintió esa sensación de depresión, desasosiego, desolación, tristeza, desesperación, en los días anteriores a la muerte de Olmedo?
Alberto estaba muy angustiado y afectado por lo de Monzón. «Esto de Monzón me tiene como loco —dijo—, no sé ni lo que hago».

Profundamente, ¿qué creés? ¿Se tiró, se cayó?
Fue un cúmulo de muchas cosas. Su soledad, lo de Monzón, el no poder remontar su pareja. Tal vez había bebido mucho y miró el mar, el mar que tanto amaba… (LLORA). … y dijo: «Bueno, acá terminó todo. No quiero más. Ya hice todo lo aue tenia que hacer». No sé. Eso debe saberlo ella. Debe saber si estaba triste. Porque ella dice que el estaba eufórico. Si estaba contento, ¿qué salió al balcón a las 8 de la mañana, con lluvia, con frío? Además, Hugo Sofovich me contó qu unos días antes fue a lo de Olmedo y Alberto ni lo dejó asomarse al balcón. «¿No te das cuenta que es un piso once? ¿No ves que es peligroso? Salí de ahí», le dijo a Hugo. Tenía pánico a la altura. ¿Cómo iba montarse a caballito? ¡Y con es viento!

¿Por qué creés que llegó hasta balcón?
Eso sólo lo sabe Nancy Herrera Si yo hubiera estado en ese departamento y si amaba a Olmedo, él no hubiese pisado el balcón. Si el hubiese tomado de más, primero le hubiese quitado la copa y después le hubiese dado ¡tantas patadas en traste! Si él hubiese estado jugando y yo no hubiese estado con tanto champagne, tal vez lo hubiese salvado, ¿viste? Porque es así.

¿Lo viste muerto?
No me atreví. Natalio no me dejó. Sólo de lejos. Tenía los ojos cerrados. Pero él ya no estaba allí. Era una cáscara. El ya se había ido. No estaba más allí en el ataúd.

¿Te dio rabia?
No. Creo que casi se me rompe el corazón. ¡Me puse a llorar como loca! ¿Por qué él dentro de un cajón? El año anterior habíamos estado en lo de Rogelio Roldán. En el piso de arriba donde después estuvo en el ataúd, en una fiesta. Porque él era amigo de este hombre. Estaba también esta mujer, Nancy Herrera. Era Navidad o algo así. Alberto tiraba petardos para abajo y decía que le tiraba a los muertos que estaban ahí, en lo del sepulturero ése. Y nosotros le decíamos «¡Shhhhhh!» Qué increíble todo, ¿no? Parece una novela de Agatha Christie, ¿no? Si juntas, todo el verano es terrible, ¡terrible! El diablo se tomó vacaciones este año y se fue a Mar del Plata.

Decime, ¿nadie de ese grupo estaba a favor de Nancy?
Nadie. Todos decían «¡Ay, no, por favor! ¿Cómo va a volver con ella habiendo tantas mujeres?» Nadie la quería. Nadie, nadie quería que volviera con él.

¿Vos creés que será cierto que ella haya ido a pedirle permiso para vivir con Ricardo Bauleo en el departamento de la calle San Juan?
No lo sé, pero, ¡qué le va a pedir permiso! ¡Escuchame! Si salió en un montón de revistas abrazada con otros tipos. ¿O no? Lo único que te digo es esto: si yo amaba tanto a ese hombre y se me estaba escapando de las manos, yo me hubiese tirado del balcón con él. No podría haber seguido viviendo. Ni Dios permita que me pase nunca una cosa así. Creo que no me pasaría porque, te vuelvo a repetir, él ni siquiera hubiese llegado a pisar el balcón. Porque ahí empezó la tragedia. Cuando montó en la baranda, ya estaba muerto. ¿Quién lo iba a salvar?

Beatriz, lo que me contaste cuando me hiciste parar el grabador… me refiero a lo que me contaste sobre Nancy Herrera, es demasiado terrible. Siniestro. Si eso es cierto…
Sí. Es para matarla. Si es cierto, es para matarla. Es el mismísimo demonio.

¿Estuviste con Fernando, el hijo de Alberto?
Sí, claro. Con él y con Ana María Picchio, su novia.

¿Cómo está Fernando?
Fernando está muerto. Fernando está muerto en vida. Cuando ese chico reaccione, no sé qué va a hacerle a Nancy. Fernando está como loco. El la odia, ¡cómo la odia!

Beatriz Salomón llora. No tiene maquillaje. Llora. Verla y oírla produce una angustiante asfixia. La ha visitado la muerte. también sin maquillaje. Y llora. Llora. Llora. Llora. Inconsolablemente.

RICARDO PARROTTA
FOTOS: NORBERTO MOSTEIRIN

Publicada en GENTE del 17 de Marzo de 1998 (ver Tapa)

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