Martín Caparrós «El porteño sin patria»

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18 de febrero de 2018

Por Victoria de Masi
Fotos Gabriel Pecot
(Desde Madrid)

Entrevista. El escritor, que en marzo lanza una nueva novela, analiza desde España, donde vive, a la sociedad argentina: «Tengo la sensación de que no hay hechos, sino sólo discursos».

En el viaducto de la calle Bailen
El escritor en Madrid, días antes de mudarse a Barcelona. Desde hace 10 años opta por hoteles o pisos alquilados.

Es 18 de enero en Buenos Aires y en Barcelona, pero aquí florece la tarde y allá el invierno la apaga. Dos timbres de llamada después, Martín Caparros atiende su celular: “Diga”. Será una entrevista a ciegas, así que él podría estar sentado o de pie, mirando quién sabe dónde o sosteniéndose el mentón con una mano o… Vestido de negro o en pijamas, la libretita de los apuntes sobre el escritorio o guardada en el bolsillo trasero izquierdo del pantalón o… Entre las pocas certezas, estas: la estación del año, la diferencia horaria y los kilómetros que lo separan de Buenos Aires, el escenario de su última novela, Todo por la patria.
“No se oye -la voz gruesa al otro lado de la línea-. Esperá, me voy aponer unos auriculares buenos… A ver, decite algo.”

Caparros -60 años, más de treinta títulos publicados- escribió su nueva novela, que sale en marzo, durante una estadía en Vilasindre, Galicia, un pueblo de 14 habitantes. Había leído la serie protagonizada por el comisario Montalbano, una creación del autor italiano Andrea Camillieri: estaba fascinado.
Todo por la patria es el relato del Pibe Rivarola, un muchacho de 30 años, tanguero, apostador con mala racha y datero de periodistas que, por salvar a un amigo, termina envuelto en un desastre que incluye la muerte de una jovencita de la aristocracia, cocaína, deudas, periodistas, policías, anarquistas.
Sucede en febrero de 1933, entre el centro porteño, la redacción del diario Crítica, Mataderos y Junín, y con algunos personajes no ficticios. Bernabé Ferreyra, goleador de River Píate, por ejemplo, es el disparador del conflicto que deberá resolver el Pibe, quien también le disputará a Jorge Luis Borges el amor de Raquel, la sobrina del editor literario Manuel Gleizer.
“Leí cuatro o cinco libritos seguidos de Montalbano y la pasé muy bien -dice Caparros, al teléfono-. ¿Viste cuando te enganchás y pasás una semana, diez días, con un libro detrás de otro, disfrutándolo de una manera casi infantil? Esa manera que uno pierde porque pone demasiada intención en disecar lo que está leyendo. Entonces dije: ¿Y por qué no escribo yo una por el estilo?. Ahí recordé que siempre me había atraído el momento en que los tangos estaban vivos y además me había cruzado con la historia de Bernabé. ”

¿Y por qué, siendo hincha de Boca, elegiste a Bernabé?
Me pareció curioso que aquello que ahora nos parece tan normal, que es que un futbolista gane fortunas con lo que hace, hace no tanto tiempo era rarísimo. Este señor tuvo que pelear mucho para lograrlo. Y me gustaba la idea de que fuera el origen mítico del mote de “millonarios”, que los ahora “gallinas” usaron durante tanto tiempo. Pero además, aquél momento de Buenos Aires me tenía impresionado

¿En qué sentido?
Estaban ensanchando Corrientes y la (Avenida) 9 de Julio, tirando abajo la iglesia de San Nicolás para levantar el Obelisco mientras hacían el subte C. Ese caos era la marca del progreso de esa ciudad que peleaba por estar entre las más modernas del mundo, la gran capital del Sur. Y había muchos extranjeros. Debía ser un espacio interesante, ¿no?

¿Y el tango? Usás un lenguaje porteño que ya no es.
Es el ambiente sonoro en el que se sitúa esta novela. El tango era la forma en la que la gente de Buenos Aires se pensaba musicalmente, era la forma de la rebeldía, de la marginalidad. Los personajes hablan de una manera semejante a la que yo creo que hablaban en ese momento. Claro que hay palabras que hace mucho que no se usan, pero la mayoría de los argentinos entienden. Me divirtió mucho introducir este tipo de arcaísmos en el habla de los personajes.

El Pibe Rivarola, el protagonista, compone un tango dedicado a Borges: gil, pretencioso, perdedor…
Habrá sido para rebajarlo, supongo, ante los oj os de la pretendida.

Sobre “la pretendida”:
¿Raquel tiene un discurso que hoy la celebraría como feminista?

Los ’30 fueron una etapa fuerte de lo que ahora llamaríamos feminismo. De hecho desembocó, años después del presente de la novela, en la consecución del voto femenino. Digo, si en la Argentina en ese momento las mujeres empezaron a votar no es sólo porque Eva Duarte de Perón así lo quiso, sino porque había un movimiento mundial en ese sentido y porque muchas mujeres en el país pelearon por eso. Raquel trata de ser una muestra de ese espíritu.

Y al Pibe lo incomoda.
Mirá, si ochenta años después está lleno de hombres que no saben qué hacer frente a conductas que creen nuevas en las mujeres, imagínate cómo sería eso en el año 33. El Pibe Rivarola está muy perdido. Tiene que encontrar maneras de que lo tengan un poco en cuenta. Esta es la historia de cómo Rivarola busca hacerse necesario. Digo, es “un busca”.

«Por alguna razón nos tranquiliza pensar que fue ahora que se jodió todo, ¿no?» …

Volvés con una historia muy porteña y en abril la Legislatura te distinguirá como Ciudadano Ilustre de Buenos Aires. ¿Una casualidad?
Me impresionó la coincidencia y es alentador. La parte de “ciudadano” me la puedo bancar. La de “ilustre”…

 

En el tercer piso de un edificio de Avenida de Mayo y Santiago del Estero funcionaba el diario Crítica. En Todo por la patria, Rivarola irá seguido, tanto que le darán una credencial provisoria de periodista. Y pensará el Pibe, mirando a la redacción: Cien señores entre veintitantos y sesenta y pico hundidos en el alcohol, la ambigüedad, el cigarrillo, el falso poder, el poder verdadero, la vanidad, el resentimiento de haber querido ser quien sabe qué y terminado periodistas, la esperanza de nada.
“Quise recuperar la historia de Crítica -sigue Caparros, la voz engolada al teléfono-, mítico diario de época.”

MULTIFACÉTICO En España debutó como actor, interpretó a un almirante argentino

LIBRO
«Todo por la patria» es un policial que tiene como protagonista al Pibe Rivarola. Estará en las librerías la primera semana de marzo. Publica Planeta.

CIUDADANO ILUSTRE
En noviembre del año pasado, y por unanimidad, la Legislatura porteña aprobó otorgarle a Caparrós el título de Ciudadano Ilustre de Buenos Aires. El proyecto había sido presentado por el socialista Roy Cortina. ¿Por qué creyeron que lo merece? «Es un gran analista de la realidad argentina y su trayectoria tiene reconocimiento internacional» explicó el legislador a Viva.

¿En ese tiempo el periodismo ya estaba siendo juzgado?
La extendida leyenda según la cual “todo tiempo pasado fue mejor” o “lo que pasa ahora no sucedía antes” o alguna especie de Edad Dorada. Digo, el periodismo siempre fue una fuerza de intervención poderosa, por lo tanto siempre tuvo conflictos, y siempre hubo quienes trataron de descalificarlo porque no les gustaba cómo intervenía. Hubo medios que merecían ardorosamente esa descalificación. Nada de eso es nuevo. Todo lo que uno puede ver y pensar sobre el periodismo contemporáneo, lo puede aplicar al periodismo de 1933 ó 1862.

¿Cómo te llevás con la idea de posverdad?
¡Como si la mentira la hubiéramos inventado anteayer! Que le hayamos cambiado el nombre no quiere decir que no se haya practicado con entusiasmo desde siempre. Pero parece que por alguna razón nos tranquiliza pensar que es ahora cuando se jodió todo, ¿no?

¿Son viables los proyectos periodísticos sostenidos por los lectores?
En España, donde vivo, hay uno que se llama eldiario.es que vive de sus lectores, a los que llama “socios”. Tuvo muy buenas intervenciones en la crisis catalana. De hecho, si yo tenía que escribir algo, buscaba muchas veces material ahí. Hay un cambio fuerte en las formas de financiación que por ahora les dan autonomía a este tipo de medios. Si no son los lectores los que aportan suscripciones, ONG’s o grandes fundaciones también dan dinero. Es algo raro, parece un poco caído de la Luna, pero que en definitiva no es mucho más ajeno que la publicidad de una automotriz.

Luego del exilio en París -donde estudió Historia en La Sorbonne- y en Madrid entre 1976 y 1983, Caparrós regresó a la Argentina. Hizo radio y televisión, y dirigió varias publicaciones periodísticas. Su primer libro, Ansay o los infortunios de la gloria (1984), fue una ficción. Desde entonces alterna entre el ensayo, el periodismo literario y el relato fantástico. Fue premiado en todas las versiones.
“Se me cruza la idea de un libro -vuelve Caparrós, la voz menos ampulosa- y después el género. A veces me pasa que estoy escribiendo una novela y siento cierta nostalgia de salir a la calle y de empezar a preguntar y averiguar cosas y mirar. Y al revés: aveces estoy tratando de entender algún fenómeno para contarlo en no ficción y extraño aquella libertad de sentarme en mi escritorio y decir: Bueno, a ver qué invento.”

¿Cómo preferís que se refieran a vos: escritor o periodista?
Prefiero que no se refieran a mí. Pero creo que soy un escritor que a veces escribe ficción y otras no ficción. Eso es lo que hago: escribo cosas. Es casi mejor ser un poquito indefinible.

¿Escribir es un hábito?
Escribo todos los días, o casi todos los días. A veces en lugares inverosímiles. El año pasado actué en Tiempo después, una película del director español José Luis Cuerda. Mi personaje es un almirante, Zalduendo, argentino, más malo que el hambre, que a veces iba vestido de Massera lleno de medallas y otras veces de marino del siglo XVIII. Los rodajes son situaciones un poco lentas, a veces aburridas. Pero me gusta actuar. Es lo contrario del escritor, un sujeto muy solo que tiene toda la responsabilidad sobre lo que escribe. El actor, en cambio, trabaja con mucha gente: se entrega. Y ahí, en pleno rodaje, vestido de almirante saqué mi computadora y me puse a escribir en un rincón.

MULTIPREMIADO con el Miguel Delibes en 2017

El año pasado, la Escuela de Periodismo de la Universidad de Columbia le otorgó el María Moors Cabot. «Una de las principales voces del periodismo literario latinoamericano», dijo el jurado. También ganó el Premio Nacional de Periodismo Miguel Delibes por sus artículos publicados en El País Semanal. En 1992 se llevó el Premio Rey de España y en 2011, el Herralde por la ficción Los Living.

«Patria, patria, no terminé de tener. Es una palabra tan llena de resonancias incómodas.»

¿Tenes un “lector imaginario”?
No. Y creo que muchas veces esos lectores que algunos escritores se imponen son una excusa para no jugarse. Sirven para decir: Esto no lo voy a hacer porque mi lector no lo entendería. Creo que el único compromiso que uno tiene como escritor es exigirse todo lo posible. Muchas veces, esa figura de lector funciona como una justificación para no hacerlo.

¿Conservás ese ritual de “dedicarte” tus libros una vez publicados?
Dejé de hacerlo. Es que ya no tengo objetos. Ni biblioteca ni nada. Me acabo de mudar de Madrid a Barcelona y vine con dos maletas con ropa. Trato de no tener cosas, las cosas pesan.

LEJOS. CERCA «Tengo un hogar que es la pantalla de mi computadora», dice.

¿Desde cuándo esa ligereza?
En los últimos diez años, cuando empecé a viajar cada vez más. Puedo irme un mes o dos con un bolsito. No tengo que hacerme cargo de ninguna otra cosa: es todo lo que tengo que cuidar, que poseer. En un momento me gustaron los hoteles y ahora alquilo pisos amueblados. Tengo todo lo que necesito, pero nada de lo que hay aquí es mío.

¿Qué noticias te llegan del país?
Me resulta muy difícil entender lo que está pasando. Una o dos veces al año voy y trato de enterarme de primera mano. Cuando no estoy allí, leo el diario todos los días y hablo con amigos que me cuentan cosas. Pero… La argentina es una sociedad reinterpretada. Tengo la sensación de que no hay hechos, sino sólo discursos. Aquel nunca permitas que un hecho te arruine una buena historia parece haberse convertido en la lectura que la sociedad argentina hace de sí misma. Los que piensan tal cosa, seguirán pensando igual, no importa qué pase. A lo sumo adaptarán los hechos a sus opiniones. E intentar adaptar la realidad a las nociones previas que uno tiene, es una forma muy estéril de pensar.

¿Y sobre la economía?
En un país en que un día son quince años, que desarma lo que había construido y vuelvo armarlo pero de una manera distinta, es lógico que las personas no se relajen. Fuimos sumando una serie de saberes económicos que nos hacen suponer que algo vamos a controlar. Después la realidad nos demuestra que no controlamos nada de nada.

Y Martín, ¿Cuál es tu patria?
Patria, patria, no terminé de tener. Es una palabra tan llena de resonancias incómodas, desagradables, que ojalá pudiera no tener ninguna. Tengo un hogar, que es la pantalla de mi computadora. Y en un sentido muy estricto: abro mi computadora, se enciende la pantalla y digo: Ah, ya estoy en casa.

Entonces la voz antes gruesa, luego menos ampulosa, ahora se ablanda.

Publicada en Revista Viva del 18 de Febrero de 2018 (ver Tapa)

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