Cabré y Delia: Estrellas de Sugar «Como mujeres somos intocables»

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4 de julio de 2017

Por Sabrina Galante

Llega casi media hora antes de lo pactado. Silencioso, atraviesa los pasillos del mítico “Lola Membrives” y camina a su camarín, entre múltiples decorados y hallaz-gos escenográficos dignos de un musical de Broadway, saluda a los técnicos y a algunos integrantes del selecto cuerpo de baile con los que se topa ensayando tras bambalinas.

Las luces están apagadas, el telón bajo y las butacas vacías. En esa atmósfera, que durará hasta que suenen los primeros acordes de la reversionada “Sugar”, Nicolás Cabré (37) prepara el agua para el mate. Concentrado, supervisa que el vestuario esté en su lugar y antes de dar comienzo a la primera función, donde se sumergirá en la piel de la desopilante Violeta (o Jerry) se acomoda en uno de los palcos laterales del teatro donde espera a su compañero, Federico D’Elia (50), que llega minutos después.

“¡Hola, D’Elia!”, saluda Cabré con picardía. Llegaste a las cuatro de la tarde, ¿No?, retruca el actor quien interpreta a la delirante Josephine (que en realidad es Joe) y ante la mirada cómplice de su colega, explica: Nico llega dos horas antes de la función, mínimo. Lo que pasa es que toma mucho mate. ¡Ese es el tema! Yo llego tranquilo, una hora antes de empezar.

El probablemente haga muchas cosas antes. El otro día entré a su camarín y estaba en el piso practicando algún tipo de ejercicio de estiramiento; no estoy muy seguro de qué era.

Nicolás ¿Elonga cada función antes de salir a escena?
Nicolás: No siempre. (Risas) Lo mío va más por el mate que por el entrenamiento sinceramente. Aunque en esta obra la elongación es casi obligatoria. Pero las piernas y el cuerpo no responden igual. Ambos deberíamos estirar y calentar un poco más y largar la charla. Pero nos resistimos.
Federico: Eso se lo dejamos a los bailarines que tienen que levantar la pata hasta el techo. Nosotros bailamos poco y tampoco tenemos la cultura ni el entrenamiento de calentar la voz, por ejemplo. ¡Nos mandamos de una! Supongo que porque todavía no tomamos consciencia.

Y cuando llegó a sus manos la propuesta de personificar a dos hombres travestidos. ¿También se mandaron o tuvieron que pensarlo?
Nicolás: ¡Era una locura decir que no! Estar vestido y hacer de mujer lo vivo con mucha naturalidad porque es algo que me permite jugar. No es la primera vez que hago algo así; muchos de mis personajes tuvieron un toque no gay pero casi, como Axel en la ficción “Sin Código» o en la película “Ciudad del Sol» donde interpreté a un chico homosexual que de noche era transformista y cantaba y bailaba. Esta no es una imitación fiel de dos mujeres de aquella época sino que son dos tipos disfrazados de minas totalmente impresentables que juegan con eso. No es que tuvimos que hacer un trabajo actoral para buscar a la mujer interior…
Federico: Me parece que hubiese sido hasta más desafiante que de verdad compongamos a minas. Estos son dos atorrantes que de un día para el otro deciden vestirse así y se van metiendo en un mundo que les empieza a divertir. Sólo teníamos que cambiarnos las pilchas.

“Susana nos contuvo y nos aconsejó sobre cómo usar la peluca. Estaba muy pendiente de nuestra imagen….” (F. D’Elia)

Y caminar y bailar en tacos.
Nicolás: Por suerte tuvimos los taquitos tres semanas antes del estreno así es que llegamos cancheros, ¡Si te dan el taco un día antes te arruinan la vida!
Federico: Fue lo primero que pedimos, que por favor nos dieran los zapatos porque yo particularmente tenía más que miedo; me daba no se qué. Ya que no bailaba y encima tener que bailar con zapatos altos, pensaba: «¡Chau, yo me mato!”.

¿Sienten vértigo o miedo a resbalarse en escena?
Federico: Aunque parezca mentira los tacos nos ayudaron porque eran bastante bajitos y cuadrados, como se usaban en los años 30. Tienen bastante estabilidad.
Nicolás: Claro, no son tan altos. Pero fue toda una adaptación, el vestuario en general, no sólo los tacos. Hay un montón de cosas.

Cómplices, la dupla de actores celebra con CARAS el suceso de la reversionada “Sugar”. Lo más difícil de interpretar a dos hombres travestidos, dicen, fue lucir calzas muy ajustadas. Ellos mismos se maquillan y aseguran que usar tacos no fue problema.

¿Por ejemplo?
Federico: (Interrumpe) ¡Las calzas! Son unas medias que nos ponemos desde el principio de la obra, que las tenemos desde que arranca la función cuando salimos vestidos de hombres. Eso es lo más incómodo porque te aprieta todo el tiempo y de golpe se puede caer y te lo tenés que estar subiendo. ¡Las mujeres saben de qué hablo! La peluca no molestaba aunque a veces transpiras mucho y los días que hace calor ni hablar… ¡Y el camisón es terrible! Ahí me siento una gorda. Soy como la madre de la familia “Telerín”, un dibujo de mi época que te mandaba a dormir.

¿Y usted Nicolás? ¿Qué piensa cuando se ve frente al espejo en camisón y peluca?
Nicolás: ¡Me veo horrible, impresentable! Yo me pinto la boca con rouge muy gruesa porque me gusta así, no quiero nada finito. Y me la voy retocando yo mismo durante toda la función. No te puedo decir exactamente lo que dije cuando me vi por primera vez….

¿Y cuando lo vio a su compañero..?
Nicolás: ¡Me tranquilicé! Dije: ¡Epa….! No estoy tan mal. (Risas)
Federico: Tiene razón ¡eh!. Quizás safa un poco más él porque es más joven y más flaquito. Pero yo por lo menos no tuve que usar traje de baño…. ¡La mallita “tobul”; esa ajustada que usa Nico…
Nicolás: ¡Definitivamente me sienta mejor el camisón! Estoy más recatado.
Federico: En la primera prueba de vestuario nos encontramos antes los dos para probarnos la ropa y ver cómo quedábamos. Una cosa realmente espantosa Como minas damos muy feos. ¡Yo diría que no safa ninguno!
Nicolás: ¡Como mujeres somos intocables!

«Nos pintamos la boca muy gruesa con rouge. Como minas damos muy feos. Un espanto».

En un alto en la entrevista con CARAS, desde los pasillos (camino a maquillaje) irrumpe Griselda Sicilani (39). A lo lejos y con una sonrisa saluda con la mano y continúa en dirección al escenario. “Me saco el sombrero con “Gri”, es como un torito laburador. Nunca habíamos trabajado juntos pero la conocía porque soy muy amigo de Adrián Suar, cuenta Delía y Cabré, que compartió set con la actriz en “Sin Código” y “Los Únicos” , asegura: Nos conocemos mucho. La alegría con la que se trabaja en este equipo es espectacular. Mirar al costado y verla a Griselda o a Federico es una tranquilidad para mí. Muchas veces te intentan vender una Ferrari y cuando abrís el capó, decís: Esto es un Fiat 600. Pero esta es una Ferrari de verdad, por donde la mires.

La misma Ferrari que supo comandar Susana Giménez junto a Ricardo Darín y Arturo Puig en los gloriosos ‘80. En una entrevista con CARAS, la diva reveló que sobre el escenario se tentaban, se iban de libreto y que hasta sus colegas le hacían maldades sobre el escenario. ¿Sucede algo parecido con este trío?
Nicolás: No nos pasa tanto aunque un par de veces nos tentamos. A veces son sólo miradas pero todas las funciones son diferentes y pasan un montón de cosas. Yo no soy muy amigo de la tentada; odio cuando me pasa eso.
Federico: ¡Pero les pasó el otro día por primera vez! Con Griselda. Ella tuvo un par de furcios juntos y habló con la “z” sin querer y Nico la siguió contestándole con la “z”. No podían parar de reírse y Griselda se quería morir.

¿La presencia de Susana en los ensayos los alentaba o les generaba algún tipo de presión?
Federico: Siempre fue muy contenedora y generosa con los tres. Estaba atenta a la imagen y a que te veas bien estéticamente. A mí me decía: “Fede. cuando te sacás la peluca, agarrate bien el pelo así no se te ve”.

Coinciden en que Rufina, la hija de Cabré con la “China” Suárez, es la reina del teatro. Con 3 años sabe toda la letras de la obra. Junto a Margarita, la hija de Siciliani y Suar, bailan todas las coreografías.

¿La mirada de Darín y Puig desde las primeras filas los condicionó?
Nicolás: Ricardo es Ricardo y yo soy yo. Susana es Susana. Ninguno intentó imitar ni tomar nada. La otra “Sugar” no la había visto; lo hice por primera vez en casa de Gustavo Yankelevich. Ricardo vino, se rió mucho y la pasó muy bien.
F: Sabíamos que estábamos haciendo algo que funcionó muy bien con actores fuertes pero nos corrimos de eso. Arturo, al ser el director, tenía muy fresco lo que le pasaba a a mi personaje. A veces me pedía : cosas que yo le decía “Ar, a eso no llego. A a vos te resultaba cómodo perp a mí no. Tengo que encontrarle otra vuelta.
Y ahí surgió lo interesante.

“Mirar al costado y ver a Griselda o a Fede es buenísimo. Este “Sugar” es una verdadera Ferrari (N. Cabré)

Federico: Usted tiene tres hijos casi adolescentes… ¿Cómo reaccionaron al ver a su padre vestido de mujer?
Federico: El más grande Teo, de 16, antes de venir me preguntaba: ¿Pá, me vas a dar vergüenza?, porque ya me imaginaba vestido de mina y todo. “Espero no darte vergüenza”, le contesté. Juan, de 14, se rió mucho con la obra y Miranda, de 9, que le encanta el canto y el baile, quedó fascinada.

Rufina (3), la hija de Nicolás, hoy no vino pero lo acompaña siempre en cada función… ¿Es cierto que sabe toda su letras y las coreografías de la obra?
Nicolás: ¡No sólo de esta obra! Rufi te puede decir el guión completo de “El Quilombero” también. Ella llega y es la dueña del teatro. Va, viene, tiene sus anécdotas con todos, la malcrían, se maquilla, se desmaquilla. Es chiquita pero entiende todo. Sabe cuándo tiene que hacer silencio, dónde puede jugar, dónde no, sabe que es el trabajo de su papá y entiende que nos estamos escapando de los malos o de los monstruos como dice ella. La enloquece la música, los bailarines, el tap… Está en su mundo.
Federico: ¡Justo hoy le traje un chocolatito y no vino! A veces también viene Margarita, la hija de Griselda, que es otra divina y cuando se juntan son espectaculares. De golpe estoy en el pasillo y Rufi me dice: “Fede, apúrate que tenés que estar en escena” O grita: “Griseldaaaaaa.”, desesperada para que la salude.

Nicolás, se lo percibe relajado y hasta más reflexivo. ¿Piensa que la paternidad lo modificó?
Nicolás: Me acomodó. Y me permitió entender qué cosas importan y qué cosas no importan absolutamente nada. Siendo más grande, teniendo muy claras mis prioridades y mi vida más ordenada con mi hija, puedo vivir el trabajo de otra manera. Me permito disfrutarlo más y desde otro lugar. Tengo sonrisas y alegrías que no tuve nunca jamás en la vida.

Y ese “disfrutar más”…. ¿También incluye el amor de una pareja?
Nicolás: No sólo de una pareja… También de la gente que me rodea. Busco buenas personas, gente que te acompañe desde el corazón. Personas que te dejen algo. Pareja, no pareja, amigo, lo que sea… Busco estar bien rodeado. Y repito lo que te decía al comienzo de la nota, mirar a un costado y ver a Griselda y a Federico me deja muy tranquilo. Vuelvo a mi casa feliz y satisfecho.

 

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